domingo, 13 de abril de 2014

Leviatán

En lo más profundo de los mares, se dice que mora el terrible Leviatán; una inmensa y horrorosa bestia similar a una serpiente marina, que ha traído la muerte a todos aquellos que han logrado verla.
Se dice que el Leviatán es la encarnación del mar mismo, y la criatura más poderosa que se puede encontrar en todo él, creada por Dios en el quinto día de la Creación para ser el gobernante de los moradores de las aguas. Caótico y violento como las olas que le dan cobijo, este monstruo fue desterrado del Paraíso por rebelarse ante aquel que lo creó, e intentar destruirlo por medio de sus encarnizadas luchas con su no menos poderosa contraparte, el Behemot, un colosal buey que terminó sufriendo el mismo destino que él.
Es descrito como un gigantesco dragón marino de fauces llameantes, dotada de más de trescientos ojos brillantes, con los que era capaz de alumbrar los mares si se lo proponía. Su piel, escamosa e iridiscente, es tan dura que ningún arma mortal puede atravesarla, y sus fosas nasales expulsan vapor tan caliente como el fuego.


En la religión cristiana, el Leviatán es una bestia diabólica asociada con Satanás (pese a haber sido creada por Dios), que desciende de la serpiente que engañó a Eva y simboliza junto al Behemot el destino de aquellos que tratan de oponerse a la voluntad de Dios. Su poder es tan inmenso que en un principio, Dios creó dos Leviatanes; un macho y una hembra, pero terminó destruyendo a esta última, pues si los Leviatanes procreasen, el mundo se sometería a ellos. Como compensación, Dios otorgó al Leviatán macho la inmortalidad. Se creía que era responsable de algunas posesiones demoníacas, caracterizadas por su violencia y su difícil exorcismo. Otras fuentes aseguran que el Leviatán forma parte de una tríada elemental de bestias, en representación del mar, junto al Behemot (la tierra) y el Ziz (un inmenso pájaro capaz de cubrir el sol con sus alas, que simbolizaría el aire y el espacio).

Se dice que el día del Juicio Final, el Leviatán surgirá de las aguas y reanudará su encarnizado combate con el Behemot, hasta que acaben por arrasarlo todo a su paso, momento en el que el arcángel Gabriel los destruirá y servirá su carne como manjar para todos aquellos que hayan alcanzado la Salvación. 

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