Giuseppe
Tartini es conocido por ser quizá el mejor violinista que la
humanidad ha conocido nunca. Cuentan las malas lenguas que el
tremendo talento para el violín que poseía no era sólo fruto de
práctica y constancia, sino que el diablo había metido la mano en
el asunto.
Todo
lo que Tartini tenía de virtuoso a la hora de hacer música, lo
tenía de antipático y excéntrico a la hora de comportarse en
sociedad. Se cuenta que de joven, escuchó a alguien que tocaba mejor
que él, y su rabia fue tal que se recluyó a las afueras de la
ciudad, para practicar a solas, hasta que su talento superó con
creces el del otro intérprete. Era un hombre entregado en cuerpo y
alma a su talento musical, descuidando todo lo demás si era
necesario. Tartini era capaz de practicar doce horas al día sin
descanso, y estar noches en vela y semanas enteras recluido en su
casa sin más ocupación que su violín.
El
mismo Tartini escribió que una noche, Satanás se le apareció en un
sueño y le pidió su violín, pues le apetecía improvisar una
pequeña pieza. El asombro del violinista fue inmenso al ver al
Diablo tocar una complicadísima composición, con una virtuosidad y
una bravura nunca vistas. Estaba tan fascinado que llegó a un estado
cercano al éxtasis, hecho que le hizo despertar violentamente.
Tartini se pasó aquella madrugada y casi todo el día siguiente
transcribiendo la complicadísima obra que el Diablo le reveló en
sueños. Y lo consiguió.
Esta
sonata pasó a llamarse el "Trino del Diablo", y es una de
las composiciones más famosas y más complicadas de la historia de
la música. Fue también la obra que dio gran renombre a Tartini, y
que hizo que se le conociese como el mejor violinista de todos los
tiempos. Si así lo deseas, puedes escucharla más abajo.
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