jueves, 10 de abril de 2014

El artesano avaro

Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo japones, vivía un artesano muy trabajador, aún en edad de desposarse y tener hijos, que gozaba de cierta holgura económica. Esto se debía a que había renunciado a casarse para no tener que compartir su dinero, fruto de todo su esfuerzo, con nadie más. "Este dinero lo he ganado con mi sudor, no permitiré que nadie que no sea yo lo lapide" solía decir.
Sin embargo el hombre cambió de opinión cuando llegó una bella mujer a la aldea, de la que quedó prendado en el mismo momento en que por primera vez la contempló.
Aquella mujer tenía la piel como de mármol, el cabello de seda y un rostro digno de ser retratado por el mejor de los artistas.
Todo esto se vio potenciado cuando llegó a oídos del artesano el rumor de que aquella mujer apenas comía y que no supondría gran gasto tenerla en casa, por lo que decidió cortejarla y, finalmente, logró casarse con ella.


Al principio todo fue perfecto, ella era una magnífica compañía y realmente apenas comía, por lo que el artesano fue inmensamente feliz durante un tiempo.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el artesano se percató de que sus reservas de comida disminuían a ojos vista, por lo que, descartando el robo, empezó a sospechar que su mujer comiera a sus espaldas.
Esa teoría no se sostenía por el simple hecho de que ella seguía tan delgada que cuando la conoció, pero aún así decidió fingir que iba a trabajar y se quedó escondido en la casa.
Lo que vio allí le horrorizó tanto que no gritó por miedo a perder su vida.
Y es que, junto a la cama donde tantas noche había yacido con su esposa, se encontraba una aberrante criatura. Era una monstruosa boca, de afilados colmillos, lengua alargada y tamaño considerable situada un poco por encima de la nuca de su mujer.
Aquella boca susurraba palabras que él no podía oír, pero supuso que eran reproches porque su mujer lloraba desconsoladamente.
Ésta se levantó y se dirigió hasta la cocina con sus cabellos flotando como tentáculos alrededor de aquella boca, se sentó junto a un plato de arroz y aquella criatura tomó una cuchara y comenzó a devorar el contenido.
Después de aquello pensó en divorciarse, pero la criatura debió intuir sus intuiciones y le preparó una emboscada mientras se bañaba. Por suerte, él logró huir a las montañas. No se le volvió a ver por el pueblo, tampoco a su esposa.
Semanas después se encontraría una cadáver en descomposición, completamente desnudo y con el rostro brutalmente desfigurado, casi como si hubiese sido devorado por una boca animal.


Aquella mujer era una Futakuchi-Onna: http://legendscemetery.blogspot.com.es/2014/04/futakuchi-onna.html

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