domingo, 13 de abril de 2014

Adonis

La belleza de Afrodita era por todos conocida. Pero más de una vez sus níveas mejillas tuvieron que recoger las lágrimas de esta diosa.
Remontémonos a la época en la que Cíniras era rey de Chipre. De su matrimonio con Cencreide nació una hija, la joven Mirra. Pero Cencreide era una mujer presuntuosa, y su tremenda hibris la llevó a equiparar su atractivo el de la diosa. Afrodita, enfurecida, pensó en una venganza; obligar a Mirra a sentir una desmedida lujuria por su propio padre.
Así que Mirra se disfrazó de concubina y se acostó con Cíniras sin que este sospechase nada. En aquella incestuosa relación fue concebido Adonis, pero Cíniras se enteró del engaño y cegado por la ira persiguió a Mirra para matarla.
No obstante, Afrodita también era a veces compasiva. Al fin y al cabo, Mirra no tenía la culpa. Así pues, la convirtió en el árbol que lleva su mismo nombre; el árbol de la mirra. A los nueve meses, de su corteza nació el príncipe Adonis, justo cuando Afrodita paseaba por allí. La ternura se apiadó de ella cuando vio al hermosísimo bebé, y pidió a Perséfone que cuidase de él.

La historia, por supuesto, no termina aquí.
Adonis creció hasta convertirse en el mortal más hermoso de la Tierra. Afrodita se enamoró perdidamente de él cuando fue a verle al inframundo y pidió a la reticente Perséfone que lo dejase marchar con ella. Se acordó pues que Adonis pasase un tercio del año con Perséfone, otro con Afrodita y otro con quien él quisiera (naturalmente, Afrodita). Así, ambos disfrutaban de su amor entre los árboles durante días y noches enteras.

Pero Adonis disfrutaba también de la caza, y una mañana se separó de Afrodita guiado por los perros de su jauría, ya ansiosos por cobrar una pieza. Ella intentó en vano detenerle, pues tenía un mal presentimiento. "No arremetas contra un animal que no te demuestre miedo", le advirtió. Pero el orgulloso Adonis dudaba de su conocimiento sobre la caza y partió de todas maneras.
En el interior del bosque, el celoso Ares (otro amante de Afrodita) esperaba en la forma de un enorme jabalí. Adonis, olvidando el consejo de su amada, cargó contra el animal con terribles consecuencias. Su grito desgarrador pudo oírse a kilómetros de distancia cuando el jabalí lo castró de un mordisco. Afrodita corrió para salvarlo, pero cuando llegó ya era tarde; Adonis había fallecido.



Cuentan que Afrodita lloró y lloró sobre el ya inerte cuerpo de Adonis. Tal era su dolor que de sus ojos salieron lágrimas de sangre, tiñendo de rojo las rosas blancas que nacían bajo sus pies.
Aún hoy, la flor que simboliza el amor y la pasión sigue siendo la rosa roja.
Roja por la tragedia de Adonis y Afrodita.

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